lunes, 3 de octubre de 2011

Historietas musicales. The Quintet. Jazz at Massey Hall.

Monto un circo y me crecen los enanos. Eso debió de pensar el 15 de mayo de 1953 el encargado de organizar un concierto de jazz en Toronto tan sólo unos minutos antes de empezar el mismo.

La idea a priori era magnífica. La “New Jazz Society”, asociación canadiense de entusiastas de esta música, elegía un “dream team” con los mejores intérpretes jazz del momento, para luego contratarlos con el fin de celebrar un recital en el Massey Hall, teatro de la ciudad, con una capacidad para 2500 personas.

La elección también fue acertada. A la trompeta, Dizzy Gillespie; al piano, Bud Powell; al saxo, Charlie Parker (si, el de la gran película de Cint Eastwood, “Bird”, apodo con el que se conocía al citado saxofonista interpretado por Forest Whitaker); al bajo, Charles Mingus y finalmente, a la batería, Max Roach. Dichos músicos ya se conocían perfectamente, luego independientemente de su talento, su compenetración estaba asegurada. Hasta aquí, todo bien.

Pues bien. Póngase en el lugar del organizador y vea con que se encuentra. La primera en la frente. Mala elección de la fecha de celebración, pues coincide con el combate de boxeo por el título mundial de pesos pesados entre J.J.Walcott y Rocky Marciano, evento que será retransmitido por televisión. Resultado, venta de tan sólo 700 entradas. La segunda, se la da el “dream team”. Bud Powell, que acababa de salir de un sanatorio mental, llega totalmente borracho. Parker y Gillespie habían discutido con anterioridad y la relación entre ellos era de bastante tirantez. Para más INRI, Parker llega sin saxofón, al parecer empeñado para conseguir, más que probablemente, heroína. Sobre la marcha y minutos antes, le consiguen uno de “¡¡¡plástico!!!”. Con estos mimbres comenzaba el concierto, dividido en dos bloques. El primero, un trío a cargo de Powell, Roach y Mingus, y el segundo, con los cinco músicos al completo. En medio, un descanso, del cual aprovecha la banda y el público para acercarse a un bar cercano para ver el citado combate. Finalizado éste, por cierto, ganado por Marciano por KO, el personal del teatro tiene que ir a por los músicos y por los oyentes para que regresen al auditorio. No quiero ni pensar el estado en que se encontraría Bud Powell añadiendo a lo que ya traía lo aportado durante el intermedio.

Monto un circo y me crecen los enanos, como antes dije, pensaría el organizador. Pues no, y me dirijo directamente a esta persona. Te equivocas. Has conseguido uno de los conciertos más memorables de la historia de este género. Con estos músicos, el arte estaba garantizado. Están todos sublimes, apoteósicos. Parker hace sonar su saxo de plástico como si fuese el instrumento más caro y mejor terminado del mundo. Gillespie, siempre correcto y brillante, como es su costumbre. Powell, espectacular, arriba y debajo de teclas negras y blancas que parecen quedárseles pequeñas. Roach se sale (una auténtica lección sobre ritmo). Mingus… ¡como va a fallar el mejor bajista de la historia! Resumen, concierto único.

Y si aplaudo tanto este recital, es gracias a Charles Mingus, el cual tuvo el acierto de grabarlo y posteriormente comercializarlo, consiguiendo que 58 años después pueda escucharlo. Precisamente lo hago ahora mientras escribo este texto.

Album: THE QUINTET: JAZZ AT MESSEY HALL
Grabado el 15 de mayo de 1953 en Toronto, Canadá

Lo recomiento a todos los aficionados al jazz (obviamente ya lo han hecho y poco les aporto) y a los que no lo son, para que lo sean.

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